No solo estando despiertos estamos en activo. Está comprobado que el dormir no es una situación pasiva, donde nuestro cuerpo y mente se desconecte de toda actividad. El sueño es un estado de reposo físico que tiene por característica la sucesión rítmica de cambios hormonales, metabólicos y de temperatura imprescindibles para el buen funcionamiento del ser humano durante el día, y donde el cerebro con ese “no parar” de pensar incluso durmiendo, hace que tengamos los llamados “sueños”.
El sueño se divide en diferentes fases: La fase 1 comienza al cerrar los ojos y comenzamos con la sensación de adormecimiento ocupando un 5% del sueño total, en el que los músculos se relajan y la respiración se vuelve regular. En la fase 2 comienza el sueño ligero donde el cuerpo queda inmóvil y la relajación es más intensa. La fase 3 es una transición al sueño profundo que dura entre 2 y 3 minutos, dando pasa a la fase 4 o también llamada “Sueño Delta” donde el ritmo cardiaco es muy lento y es más difícil despertarnos, no suelen producirse sueños y tiene una duración de unos 20 minutos aproximadamente. Seguidamente el sueño entra en lo que se llama fase REM (Rapid Eye Movement) o fase del movimiento rápido del globo ocular, donde el sueño es verdaderamente profundo y realmente se recupera cuerpo y mente de todo esfuerzo. Se caracteriza por la gran actividad del cerebro y por ser la fase en la que soñamos. Según algunos especialistas las horas de sueño se van reduciendo poco a poco a medida que se van cumpliendo años, ya que por ejemplo un bebé puede dormir 18 horas seguidas, mientras que un anciano suele dormir 6 horas. Dormir poco o no dormir puede provocar irritabilidad, pérdida de memoria, mal humor y aumentar la somnolencia diaria. Pero el estado físico también suele afectar al sueño. Una comida copiosa, beber alcohol o consumir determinadas alimentos, experiencias personales o preocupaciones, pueden trastornar la calidad de nuestro sueño y a su vez provocar dificultad de concentración.
Un buen sueño es importante porque el cansancio acumulado durante todo el día se elimina en esas horas en las que el cuerpo se desconecta, pero tanto cerebro como organismo, siguen trabajando para reparar las erosiones del día. Fruto de esta continua actividad de nuestro cerebro surgen los sueños, que se podrían definir como un modo diferente de pensar y donde afloran ciertos miedos y obsesiones que existen en nuestro subconsciente. Algunos estudios han llegado a asegurar que se pueden resolver problemas durmiendo, dando sentido a la popular frase “lo consultaré con la almohada”.